Presentación

Bienvenidos. Este blog pretende ser un pequeño cuaderno donde recoger las reflexiones a las que me conducen mis experiencias en clase y mis investigaciones personales, tanto dentro como fuera de los tatamis.

¿Qué tatamis? Pues soy profesor de Karate, Kobudo y Aikido, de manera que será por aquí por donde empecemos. Pero lo que no puedo decir es dónde terminaremos, ya que cuando se tira de un pequeño hilo al final uno puede encontrarse con una manta enorme.

¿Qué pretendo con el blog? Simplemente formular ideas, ordenarlas y, ya que estamos, compartirlas. Si a alguien le sirven (además de a mí), genial.

Adelante, y espero que lo disfrutéis.

jueves, 29 de enero de 2015

Protocolo (II)

5) Calzado hasta el tatami y descalzo en el tatami

Dado que hay posibilidades de caer al suelo y tener que moverse con todo el cuerpo en él (muchas veces depositando incluso la cara), y que el entrenamiento de la mayoría de los usuarios tiene lugar sin calzado, es una cuestión de higiene básica entrar siempre descalzo al tatami, pero ir calzado hasta su límite, ya que si no, nos llevaríamos en los pies la suciedad de vestuarios y pasillos y la meteríamos donde luego pondremos la cara. Parece una tontería, pero unos hongos o un herpes en la mejilla no deben de ser agradables... Y en caso de tener los pies enfermos y tener que entrenar calzados, se hace con calzado para tatami que nos pondremos a la entrada del mismo o habremos llevado protegido hasta el borde de la sala (mis zapatillas, y además mis chanclas, por ejemplo).

6) Nada de joyas, maquillaje, uñas largas...

Estos objetos pueden provocar accidentes: enganchones, desgarros, arañazos... Y los efectos de un arañazo (y da igual con un anillo o con una uña mal recortada) empeoran si hay maquillaje, multiplicando las posibilidades de infección. Además, el maquillaje mancha el traje de los compis...

7) Adecuarse al entorno

El ritmo de la clase y las características de su desarrollo tienen que ver con quién está en clase y qué se quiere enseñar. Ir más rápido o moverse más lejos sólo nos enseña algo útil cuando es lo que tenemos que buscar. Al menos, amablemente, porque descoordinarnos del resto de la clase (me muevo antes o más lejos "porque yo lo valgo") puede provocar el mismo tipo de accidentes que hacer "pirulas" con el coche. Entonces también aprendemos algo, pero de forma menos amable.

8) La atención al material

Nuestras armas tienen que estar en las mejores condiciones posibles para trabajar con el compañero sin dañarlo (a ser posible, a sus armas tampoco), y tenemos que ser conscientes de cuál es el material y la intensidad adecuados para cada trabajo. Trabajar por parejas con una hoja de metal es una temeridad (no digo nada ya si además está afilada) que revela inconsciencia (no sabemos lo que estamos haciendo) y exceso de ego (puedo hacerlo "porque yo lo valgo") o desprecio por el compañero y su integridad física. Lo mismo ocurre con un bokken astillado: se puede trabajar con él, pero deslizarlo por la piel del compañero es una falta de consideración. Y esto rige, de la misma manera, cuando me prestan un arma: no sé en qué condiciones está, así que, además de cuidarla como si fuera mía, tengo que tratarla como si tuviese astillas y pudiera lesionar en el contacto.

Bueno, quizás podríamos dar más ejemplos (si a alguno se le ocurren, estaré encantado de incluírlos), pero creo que con los que he presentado es suficiente para sacar tres conclusiones importantes, con las que cierro la entrada de hoy:

-Si pienso en cómo transcurre una clase y lo que ocurre en ella, un poco de sentido común me llevará a adoptar de manera natural una etiqueta adecuada. De hecho, no he entrado en detalles porque luego, cada escuela tiene su propia etiqueta, en la que el fondo, lo importante, es común.

-El denominador común es la atención y la consciencia de lo que hacemos en todo momento. Es decir, estar presentes aquí y ahora.

-Y sobre todo, la medida en que sufrimos accidentes o somos capaces de evitarlos nos da un indicador de nuestro nivel como artistas marciales.

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