Presentación

Bienvenidos. Este blog pretende ser un pequeño cuaderno donde recoger las reflexiones a las que me conducen mis experiencias en clase y mis investigaciones personales, tanto dentro como fuera de los tatamis.

¿Qué tatamis? Pues soy profesor de Karate, Kobudo y Aikido, de manera que será por aquí por donde empecemos. Pero lo que no puedo decir es dónde terminaremos, ya que cuando se tira de un pequeño hilo al final uno puede encontrarse con una manta enorme.

¿Qué pretendo con el blog? Simplemente formular ideas, ordenarlas y, ya que estamos, compartirlas. Si a alguien le sirven (además de a mí), genial.

Adelante, y espero que lo disfrutéis.

viernes, 27 de marzo de 2015

¿Sirven las Artes Marciales?

Transcripción, aproximada, de unas cuantas conversaciones habidas después de una clase, o en el bar, o en un encuentro casual en el que te presentan a alguien y surge durante la charla...

- Pero esto... ¿realmente sirve?
- ¿A qué te refieres? [con mirada de inocencia fingida].
- A si de verdad funciona... Para defenderse.
- Defenderse... ¿de qué? Mira, antes de que sigamos y me preguntes si te estoy vacilando, te voy a responder a las claras. Esto, bien aprendido y bien trabajado, funciona. No es fácil, pero funciona. Lo que ocurre es que es tan sincero (o lo haces bien o te pegan durante la clase), que sigues tratando de evitar las "movidas", porque sabes que las garantías de salir ileso son escasas, y tienes claro que no te renta jugar a la lotería con tu salud. O, si has aprendido bien (no sólo la técnica, sino que has crecido en valores), tienes claro que tampoco debes jugar a la lotería con la salud de los demás. Por poder sentirte bien contigo mismo, y por las responsabilidades legales que se te puedan venir encima por lesionar a alguien. De todas maneras, tu primera pregunta era si "esto" sirve. Pues bien, la verdad es que sí. Pero que en realidad sirve para muchas cosas. Muchas más, y más importantes, que aumentar las habilidades en combate.
- Ya, pero cuando pregunto si un arte marcial sirve, me refiero a defenderse, que es para lo que se inventaron: para salir airoso de una situación comprometida.
- Bueno... Hay toda una evolución. Creo que el Kyudo, el Kendo, el Iaido, el Jodo o el Kobudo de Okinawa siguen siendo Artes Marciales. Y creo que el que decide aprenderlas no lo hace pensando, así, de primeras, en aprender a defenderse y sentirse más seguro. Aun así, es algo que generalmente llega por el mismo proceso de una práctica bien dirigida. Uno se siente mejor, se libera de problemas, y aprende a afrontarlos con inteligencia más que "pegándose" con ellos, y supera ciertas barreras... Y además adquiere habilidades que le pueden salvar el físico: esquivar una ventana que se cierra de improviso por un golpe de viento, o un balón que se ha escapado cuando estás atravesando un parque, o ver que el coche que viene se va a saltar el paso de peatones (o el semáforo), y detenerte evitando que te atropelle, o caer sin hacerte daño cuando has pisado una zona que estaba resbaladiza... Todo esto ocurre con mucha más frecuencia que las agresiones o los robos... Sobre todo porque aprendes, también, a prevenir, teniendo en cuenta el dónde, el cuándo y el cómo... Que es algo que también se puede aprender en clase. Si todo esto no te resulta útil, lo siento. Entonces, creo que no puedo ayudarte.

jueves, 19 de marzo de 2015

Seguridad en las aplicaciones

Llevo unos días dándole vueltas a una cuestión que veo con cierta frecuencia, y es la propuesta de ciertas aplicaciones al combate (técnicas de "defensa personal") que, si bien resultan indudablemente eficaces (o esa sensación dan, al menos), me da la sensación de que constituyen una práctica generalmente poco saludable...

El otro día, en un curso de Karate, veíamos cómo las técnicas y las tácticas de algunos katas antiguos se veían alteradas en sus versiones más modernas, perdiendo efectividad en favor de un trabajo que poder estudiar por parejas con seguridad. Pues bien, no estaría mal aprender de este ejercicio de sentido común: si tenemos que durar sanos el mayor tiempo posible, tanto nosotros como nuestros compañeros (ésta debería ser nuestra primera preocupación, ya que no vivimos en situación de guerra), creo sinceramente que las técnicas aplicadas deben "suavizarse". Esto no significa que no estudiemos exactamente las mismas aplicaciones que estamos trabajando ahora. Si hay un derribo sobre la rodilla pisando el pie de apoyo, lo seguimos trabajando. O si hay una torsión a nivel cervical, o una estrangulación, o un ataque punzante al interior del muslo, o a genitales... PERO, por consideración a la salud del compañero, se puede trabajar despacio, primando la precisión y la continuidad sobre la velocidad y la potencia (cuando trabajemos rápido y fuerte, podemos cambiar los objetivos por otros menos susceptibles de originar lesión). Y, cuando el resultado es una palanca articular extraña (caso de pisar el pie y desequilibrar sobre la rodilla), liberarla a tiempo. Y si no queremos liberarla, no llevemos la técnica hasta el final. Estamos jugando con los meniscos, o las cervicales, codos, hombros, etc. del compañero, y son lesiones para toda la vida.

A veces entramos en el vestuario de un dojo y huele a consulta médica. Debería hacernos reflexionar sobre cómo entrenamos (o cómo dejamos que entrene la gente a nuestro cargo). Quien se dedica a un trabajo deportivo de alta competición tiene que pagar un peaje por hacerlo, y seguramente lo paga con gusto. Quienes no hacemos deporte no tendríamos por qué pagar el mismo peaje... A menos que estemos haciendo deporte sin saberlo, y encima mal.

martes, 3 de marzo de 2015

Sobresaturación (II)

Hablábamos el otro día sobre la desmesurada carga de trabajo que conllevan algunos programas de estudio en Artes Marciales. Mencionamos los tiempos para asimilarlo (para "pasar de grado") y las sensaciones de agobio que produce la relación entre cantidad de trabajo y tiempo para madurarlo. Y una nuestras opciones era reducir el programa.

No me parece la mejor opción. Como en la enseñanza reglada (Primaria, ESO, Bachillerato y Universidad), nunca trae nada bueno dejar que el alumno pierda materia por el camino. Pero una cosa es la materia que se haya visto y trabajado, y otra distinta es qué deba retenerse para los exámenes. Explicado de otro modo: aprendemos a leer y escribir desde Primaria, pero a nadie se le exige que memorice cada frase utilizada como ejemplo. Son simplemente modelos de práctica, y es el profesor quien los tiene que conocer y controlar o elaborar. Al alumno se le pide que sepa aplicarlos. Sobre todo porque es poco probable que fuera del colegio nos sirvan de mucho las frases My father is poor, but my tailor is rich, o Mi mamá me mima. Lo que sí nos sirve es lo que estas frases nos enseñan.

Así, volviendo al dojo, cargar al alumno con un exceso de trabajo memorístico (katas, hojoundos, kumiwazas... que "saberse") se traduce con seguridad en agobio o desánimo, y en una falta de aplicación práctica de los principios (bunkai y trabajo de parejas más intuitivo), ya que el tiempo invertido en memorizar una serie de gestos se le quita al trabajo de puesta en práctica de lo aprendido.

Por tanto, una idea importante es distinguir, como profesor, qué es lo que el alumno puede trabajar (cuál es el trabajo adecuado al nivel), qué debe trabajar (qué tiene que haber visto y trabajado) y qué debe saberse (el trabajo a memorizar y automatizar). Esto marca una diferencia clara entre el tipo de conocimiento del profesor y el del alumno, abre puertas a ampliar el temario de quien pueda asumir más cargas mientras aligera razonablemente el de los demás, y permite invertir el resto del tiempo en otro tipo de trabajos.

Otra idea es la necesidad de no correr: si trabajamos varias líneas diferentes de estudio (maneras distintas de mover el cuerpo asentadas en conceptos distintos) es normal que se tarde más en alcanzar el mismo nivel de dominio que en escuelas que sólo trabajan una línea. Como además trabajamos con armas y el programa no es precisamente pequeño, el tiempo se alarga. Esto hay que explicárselo al alumno: no puedes "subir" a la misma velocidad porque estás haciendo el triple de trabajo. Claro que unos trabajos apoyan otros y se retroalimentan, preparando una trayectoria de recorrido más largo, pero sobre todo al principio hay que reconocer que el volumen constituye un freno importante.