Presentación

Bienvenidos. Este blog pretende ser un pequeño cuaderno donde recoger las reflexiones a las que me conducen mis experiencias en clase y mis investigaciones personales, tanto dentro como fuera de los tatamis.

¿Qué tatamis? Pues soy profesor de Karate, Kobudo y Aikido, de manera que será por aquí por donde empecemos. Pero lo que no puedo decir es dónde terminaremos, ya que cuando se tira de un pequeño hilo al final uno puede encontrarse con una manta enorme.

¿Qué pretendo con el blog? Simplemente formular ideas, ordenarlas y, ya que estamos, compartirlas. Si a alguien le sirven (además de a mí), genial.

Adelante, y espero que lo disfrutéis.

domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Por qué Kobudo?

Ayer me volvió a ocurrir: tras la clase de Aikido, un alumno (esta vez alumna) me comentó que no veía sentido al trabajo de armas porque, "¿quién te va a atacar con una espada?". La pregunta suele ser intercambiable por el comentario "yo no llevo espada por la calle". Pues bien, sirva este comentario, bastante común por lo demás, como excusa para la entrada de hoy.

Dejando a un lado el aspecto lúdico del manejo de armas "tradicionales" (ya que lo divertido es siempre muy subjetivo), se me ocurren así, de manera inmediata, varias razones prácticas y didácticas para defender su estudio incluso en artes centradas en las manos vacías:

1) Desde el punto de vista de la preparación física, trabajar con un peso, unos equilibrios y unas distancias diferentes obliga al cuerpo a moverse más lejos y a emplear con más intensidad tanto los grupos musculares protagonistas como, especialmente en armas desequilibradas en masa ( Kwae, Eku...), los músculos estabilizadores.

2) Desde el punto de vista de la educación física, las armas enseñan al cuerpo a moverse de determinada manera, educan el sentido del movimiento y el empleo de la estructura ósea por encima del trabajo muscular, potencian la coordinación (cada tipo de arma requiere su coordinación específica), el sentido de la distancia, el tacto, la visión periférica, la propiocepción...

3) Desde el punto de vista de la formación técnica, ayudan a corregir errores, ya que tienden a colocar todo en su lugar (colocación articular y coordinación segmentaria) y en su momento (coordinación general) para trabajos que luego son directamente extrapolables (o casi) a los de mano vacía.

4) Desde el punto de vista psicológico potencian la atención (de manera muy especial en el trabajo por parejas o con armas de filo) y contribuyen a superar niveles de estrés más elevados que con el trabajo de mano vacía dentro de un mismo nivel de trabajo. Es decir, que a igual velocidad de trabajo, la intensidad de la vivencia se multiplica.

5) Desde el punto de vista de la aplicación práctica, se me ocurren dos razones no excluyentes que justifican el estudio: por un lado, las armas educan el movimiento del cuerpo, y los principios de movimiento (el cómo me tengo que mover) son aplicables con escasas modificaciones al trabajo a mano vacía. Por otro lado, cada arma posee características estructurales que encontramos en otros objetos cotidianos que sí podemos emplear en una situación de defensa personal: no necesito utilizar un bo de 1,84 m., ya que un paraguas largo puede ser utilizado siguiendo los mismos principios. Y lo mismo ocurre con sai, tonfa, kama, jo, nunchaku, suruchin, tetchu, bokken, kwae, nunti...

Y todo esto, ya digo, centrándome sólo en la parte "práctica" del asunto, y obviando por tanto elementos de carácter lúdico  (¿a quién no le gustó ser mosquetero o pirata de niño?) y de comprensión cultural del arte que practicamos.

2 comentarios:

  1. Desde mi punto de vista, el trabajo con armas es importante porque vinculan la práctica del dojo a la práctica marcial, y obligan a cuestionar la práctica propia. El trabajo con armas no admite engaños, éstos saltan rápidamente a nuestra atención y nos obligan a reflexionar. Es claro que la persona que hace esta pregunta busca una “practicidad” mal entendida.

    No se trata del “que” sino del “como”. La práctica en el dojo tiene por objeto educar el cuerpo, la mente y el espíritu, no dar recetas sobre la utilidad del arte practicado. Lo más importante no es justificar la “practicidad” del trabajo del dojo sino hacer que el alumno “no mire el dedo sino la luna”.

    El proceso de crecimiento personal asociado a la práctica del dojo, incluyendo la práctica de armas, no se basa en la traslación directa de la técnica a “calle”. Nadie que intente que esto tendrá éxito, con armas o sin armas. Es como intentar encontrar la relación entre echar abono y regar una planta y el fruto que éste nos da. Si no regamos y no abonamos, el árbol no da nada, se seca y se muere, pero ¿para quién es evidente la relación entre los frutos y el abono o el agua?

    Por alguna razón se acepta que un universitario o un estudiante de formación profesional puede terminar sus estudios sin tener ni idea de su oficio, y que necesitará esta base para obtener un desarrollo personal posterior sumado a la práctica para ser “eficiente”. Sin embargo algunos alumnos quieren la receta del conocimiento final, esto es engañoso, y falso “per se”.

    Si alguien quiere ver la aplicación de lo que estudia y aprende en el dojo, necesitará practicar. Si alguien quiere saber en qué medida la práctica con armas tradicionales quizá deba buscar situaciones donde éste conocimiento sea puesto a prueba. Pero, claro, esto se necesita valor, constancia, esfuerzo y es “políticamente incorrecto” además de peligroso… 

    ¡qué simpáticos estos turistas de las artes marciales!

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Sergio, por tu comentario.

    Coincido contigo, y es lo que espero de mis alumnos con el tiempo (algunos ya funcionan con estos planteamientos). Eso significará que, tanto ellos como yo, hemos desarrollado un buen trabajo, o al menos que hemos trabajado en el sentido adecuado.

    En principio, la entrada está escrita para "turistas", que es como empezamos todos. El tiempo dirá si nos quedamos de turistas toda la vida o decidimos dar algún paso más... Pero como para andar el camino hace falta alimentarse, mientras enseño a la gente a pescar les voy dando algún que otro pez, no sea que, en lo que aprenden y no, se me mueran de hambre.

    ResponderEliminar